
Si leen mi blog regularmente ya sabrán que pasamos nuestras vacaciones de verano en casa de mis queridos primos en Panamá. Para mi y mi hijo Iván E. fue una experiencia sumamente especial. No sólo tuvimos la oportunidad de compartir con Je y Clari, sino que gracias a ellos vivimos experiencias culinarias maravillosas.
A pesar de ser un país pequeño, Panamá es un crisol de nacionalidades. Habitantes de todo el mundo tienen asiento permanente o semi permanente en este país, enlace de un mundo cada vez más cercano en más de una manera. Por eso no es de extrañar que personas de diversos orígenes tengan su representación gastronómica aquí.

Junto a mi prima Clari visitamos un restaurante guatemalteco cuya comida amé, comimos comida peruana en un local auténticamente andino, bebimos cerveza japonesa junto al sushi más fresco y nos deleitamos comiendo en tarantines en el mercado de mariscos, un lugar inolvidable al que volvimos una y otra vez, no sólo por lo económico sino por lo orgánico y terrenal (bueno, acuático) humano, humilde y cercano de esta experiencia.
Pero quizás el lugar más memorable que visitamos fue el Maito, actualmente uno de los mejores restaurantes de Ciudad de Panamá. Desde nuestra llegada Jerome y Claribel nos informaron que esta visita estaba en el programa, y cada día se fueron añadiendo nuevas expectativas sobre este sitio: que si el chef había logrado elevar la cocina panameña a un nuevo nivel, que si los tragos, que si el uso de hierbas cultivadas en el lugar, que si las costillitas...
El día programado para nuestra visita fue casi al término de nuestras vacaciones, todos muy emocionados (Clari y su marido son excelentes anfitriones!) nos vestimos para asistir a un lugar que no nos defraudó en lo más mínimo: la carne que mi prima ordenó se despegaba del hueso casi sola, el salmón de Jerome estaba ligero y delicioso, el risotto de Iván perfecto y los ñoquis de yuca ¡oh los ñoquis de yuca! fueron inspiradores.

Al llegar a casa no descansé hasta lograr mi propia versión. El resultado fue un plato denso y confortante que de alguna manera se hace ligero con el pesto de cilantros y almendras, que logra no abrumar el paladar como los ñoquis de papa, pero que debe comerse con moderación pues confieso que pueden ser algo adictivos.
Prepararlos no es muy complicado y puede ser el proyecto de un fin de semana o una noche especial, guardarlos en la nevera espolvoreados con un poco de harina y disfrutar en segundos con este rico pesto, cuyos usos son interminables por lo delicioso que resulta al paladar.

Ñoquis de yuca con pesto de cilantro y almendras
Ingredientes
- 1 Libra de yuca pelada y hervida en agua ligeramente salada
- 1 Taza de queso ricota
- ⅔ Taza de harina multiuso + ⅓ adicional para amasar
- 2 Yemas de huevo
- Sal
- Pimienta
- 1 ½ Taza de hojas de cilantro fresco
- 1 Taza de queso parmesano + un poco extra para espolvorear
- ¼ Taza de almendras peladas + un poco extra para espolvorear
- ⅓ Taza de aceite de oliva
Elaboración paso a paso
- Prepara un puré con la yuca y el queso ricota. Incorpora los ⅔ taza de harina y combina hasta formar una masa integrada con las yemas de huevo, sazona con sal y pimienta.
- Amasa un poco sobre una superficie ligeramente enharinada y divide la masa en dos porciones iguales. Forma dos rollos largos de cerca de 1 pulgada de ancho. Corta los ñoquis en porciones de ½ pulgada y coloca sobre una bandeja con harina. Reserva.
- Prepara un pesto combinando en el procesador de alimentos, las hojas de cilantro con el queso parmesano, las almendras y el aceite de oliva. Sazona con sal y pimienta.
- Cocina los ñoquis por porciones en abundante agua hirviendo salada de 3 a 4 minutos, o hasta que estén firmes y floten en la superficie del agua. Escurre y sirve inmediatamente, combinando con el pesto y espolvoreando queso parmesano rallado y almendras.
Gladys cantos dice
Estupenda y deliciosa noquis de yuca
Sagrario/ LaSraBonita dice
¡Gracias! Me alegra que te gustara