Coloca la cucharadita de levadura en la leche tibia. Espolvorea con una cucharada de azúcar y deja reposar por 10 minutos, o hasta que empiecen a aparecer burbujas en la superficie.
Combina la harina con el azúcar y la sal. Agrega junto a la mantequilla derretida y el huevo y une con una cuchara de madera o el gancho para amasar de tu batidora, hasta que se forme una masa pegajosa.
Coloca la masa sobre una superficie enharinada y amasa un poco, hasta que pegue menos y esté un poco más elástica (aproximadamente 5 minutos) y ponla a reposar dentro de un bol ligeramente engrasado en un lugar cálido y seco hasta que doble su tamaño (por lo menos 45 minutos).
Pasado este tiempo amasa nuevamente sobre una superficie enharinada (15 minutos) hasta que alcance mayor elasticidad. Extiende con un rodillo hasta un centímetro de grosor y corta redondeles con un cortador de panecillos redondo pequeño. Realiza otro corte con otro cortador (puedes usar una tapa o algo similar) .